Hola, hipergrafista 👋
Antes de arrancar, un aviso: en marzo será la primera versión de ¡Malditos boletines!, un taller de inmersión en el mundo de los newsletters. Toda la información en esta página.
Vamos a los libros.
En la entrega #36 de este humilde boletín mencioné algunas de mis lecturas para iniciar el año: ensayo (Última salida, de Sergio Missana), epístolas (Memoria por correspondencia, de Emma Reyes), novela (Catechi, de Cristián Geisse).
Pero el primero que terminé es Diario de Koro, de Gastón Carrasco (Laurel, 2021), un diario de confinamiento entre un poeta y su gato.
O, mejor dicho, un registro de las divagaciones escriturales de un poeta y las intromisiones veleidosas de su gato.
Una de las primeras cosas que llama la atención es que su portada es un teclado improbable:
Ese artefacto —el teclado— tiene un protagonismo silencioso. Es la interfaz que traduce los pensamientos del poeta (que tiene bigotes negros y cortos) y las pulsaciones aleatorias de Koro (que tiene bigotes blancos y largos).
Una muestra:
“Intento copiar algunos links y pegarlos en un mensaje, copiar y pegar, cortar y pegar. Luego noto que solo envío C, X y V en el mensaje. La tecla ⌘ está pegada. No copio nada, solo consonantes arbitrarias. Me responden: ¿? Escribo como Koro a estas alturas” (p. 21).
Y otra:
“La pata puesta en la tecla Delete, cuya x me evoca la idea de tachar. Lo que Koro hace con mi lenguaje: obliterar, garraspar, decolorar, suprimir, corregir, ocluir, obturar, tachar, borrar, anular, taponar, esfumar, obstruir, deshacer, atrancar, inutilizar, rectificar, desvanecer, evaporar, quitar” (p. 59).
Cada fragmento lleva por título una selección de letras a veces inescrutable: CVNWW, PRSNRS, XQQD. Al principio intenté decodificar sus significados. Después, me dediqué a pronunciarlas en voz alta, como si fuera un ejercicio de modulación vocal. Ahora pienso que son un enigma, como todos los Wordle que no he podido resolver.
Diario de Koro es un texto fragmentado, sin un orden aparente. En una entrevista, Gastón Carrasco dijo que se podía leer “como un salmo o el pan diario”, aleatoriamente.
En sus páginas uno lee divagaciones sobre el nombre de un gato, ideas sobre la traducción (”una forma de establecer un diálogo abierto y pacífico con la nostalgia”), la oposición entre perfección e imperfección, la vida en cautiverio y, nuevamente, merodeos sobre el nombre de un gato y la fusión paulatina entre el poeta y Koro.
Contacté a Gastón para hacerle algunas preguntas sobre Diario de Koro y esto es lo que me respondió.
Gastón Carrasco: “Me define más la dispersión al momento de escribir que otra cosa”
—En un momento del libro el narrador dice: “A su manera, Koro me enseña a desaprender a escribir”, ya que desafía cierta corrección o normativa del lenguaje. En términos de tu escritura, ¿qué aprendiste con este libro?
Hay al menos dos ideas que operan en el libro como mantra, con cierta insistencia. Una es la del valor de la errata y lo bello de no dar en el blanco. El aprendizaje asociado a esto sería dejar en suspenso al policía interior que busca el error en el texto y escribir con soltura, aprovechar creativamente el descuido. Tipear mal una palabra puede llevarte a crear otra frase y expandirse a un territorio que no tenías en mente. Es el cuerpo el que escribe a su antojo y se resiste al dictado de la cabeza. Una posible segunda idea sería la arbitrariedad, digo posible o uso frases condicionales porque no tengo tan claro qué he aprendido. Me explico. Las relaciones que se hacen en el libro en torno a frases, películas, pinturas, son muy aleatorias y tenían que ver con intereses de un momento específico. Esa libertad de superponer referentes (nada nuevo) y no tener un proyecto de escritura permitió que se fueran dando de manera más espontánea y libre. Al momento de escribir, a diferencia de otros libros, no tenía una idea de lo que estaba haciendo, solo tomaba apuntes y recogía ideas y escribía mal con las erratas que Koro sugería amablemente con su pata. No manejar los materiales de escritura me permitió aprender algo sobre el control de las cosas. Está bien no dominarlo todo y fallar en el intento.
—¿Cómo fue el trabajo de edición con Andrea Palet y en qué aspectos del texto influyó?
El trabajo de edición con Andrea fue de bastante confianza y fluidez. En poco tiempo resolvimos cosas en las que estuvimos de acuerdo. En general un asunto de orden de los textos y pertinencia de algunos. En términos argumentales, me ayudó a clarificar ciertas hebras narrativas que aparecen en el texto y relaciones que no había visto y terminé trabajando en función de darle mayor unidad a los fragmentos. También hubo algo de trabajo en torno a la estandarización (o ecualización) de un tono de los textos, de manera que no se me escapara lo poético, lo ensayístico o incluso lo académico en algunas de las entradas. En definitiva, me ayudó mucho trabajar con ella en torno a la idea final del libro, desde su hibridez genérica (aun no tengo claro en qué lugar de una biblioteca lo van a dejar), hasta su montaje y orden definitivo.
—Me gustó esta frase: “Se escribe para exorcizar una imagen o una voz que no sale de tu cabeza, y si no la dejas con las palabras justas en tu escrito vuelve para penar”. ¿Te suele pasar eso, que el libro se sigue escribiendo en tu cabeza, incluso después de publicado?
Diario de Koro es el corte de una serie de textos vinculados que podría extenderse y que de hecho lo hace. Como diario es un recorte temporal de un periodo, pero el encierro, como toda procesión, va por dentro. Entonces sí, se sigue escribiendo. Pero no es el mismo libro ni tampoco publicaría una edición aumentada, extendida y corregida, no lo veo necesario. Me gusta la unidad que se conforma y el tiempo en el que se inscribe. Y en términos generales, me define más la dispersión al momento de escribir que otra cosa, escribo mucho, en distintas direcciones y con distintos intereses, entonces lo que no aparece en un libro posiblemente aparecerá en otro, pero siendo ya otra cosa. Koro sigue interviniendo en lo que escribo pero no tiene ánimo ni apuro en publicar nada nuevo.
Las primeras páginas
Publiqué una nueva lectura de #PrimerasPáginas: Chicas en tiempos suspendidos, de Tamara Kamenszain. La puedes ver en Youtube y la puedes escuchar en Spotify o en otras plataformas.
Cerramos esta edición de Hipergrafía con esta cita de Granny Weatherwax, personaje creado por Terry Pratchett:
“Si los gatos parecieran ranas, nos daríamos cuenta de lo desagradables y crueles que son. Estilo. Eso es lo que la gente recuerda”.
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La próxima entrega de Hipergrafía llegará a tu correo el jueves 3 de febrero.
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También escribo Sala de herramientas, un boletín para profes virtuales, trabajadores remotos y procrastinadores seriales.
Eso es todo, cierre de transmisiones.
Me voy a leer.
Pato
Hola Pato, no recuerdo en qué boletín preguntas sobre si nos gusta Primeras Paginas, y empecé a escucharlo, y me gusto mucho! Ojalá que sigas! El que escuché es de un escritor de Talcahuano, que la partida me recordó tanto a tanto a Crónicas de una muerte anunciada, un clásico del corazón. Saludos!