Hola, hipergrafista 👋
Tengo una fascinación no declarada por la novela policial.
Cada cierto tiempo cae en mis manos un libro que aviva ese fuego, pero por alguna razón —flojera, desgano— dejo que se extinga y la vida continúa así que pasemos a otra cosa.
En esta oportunidad fue Camino cerrado, de Paula Ilabaca (LOM, 2022), una novela que se sitúa temporalmente en el año 2006, cuando el femicidio aún no era tipificado en Chile.
La historia es protagonizada por Amparo Leiva, una detective frontal, segura de sí misma, que parte afirmando “siempre dijeron que yo era la mejor” y que luego confiesa que no sonríe nunca porque es su forma de expresar que “conmigo no se meten”.
¿Cómo se traduciría “badass” al español? Esa es la palabra que se me ocurre para la detective Leiva.
Camino cerrado combina dos casos que son llamados como suelen ser llamados los crímenes una vez que entran al circo de los medios de comunicación: por el lugar y por el modo en que alguien muere. Así, la novela intercala un crimen denominado “el calcinado de la Florida” y otro conocido como “la acuchillada del supermercado”.
La detective Amparo Leiva es sometida a un sumario. No diré sobre qué es el sumario, para no matar el interés. Ese sumario se fragmenta en cada capítulo del libro, a través de distintos testimonios de detectives de la Brigada de Homicidios. Hay acusaciones mutuas, recuerdos, suposiciones. Un cóctel de lealtades, traiciones y espíritus ambiciosos. Y, progresivamente, el caso de la acuchillada y del calcinado se van trenzando y arrastrando a quienes los investigan.
Me gusta la escritura de Paula Ilabaca. Su narrativa refleja un tono oral convincente, a la vez cotidiano y también específico, de nicho. Cuando la narración se sumerge en los vericuetos de la terminología detectivesca o en el laberinto de los protocolos de investigación, uno le cree. Esta es una escritura que me persuade. Como lector le compro todo.
Y quiero más.
El 2015 Paula publicó La regla de los nueve (Emecé), su primera novela en la que presentó por primera vez a la detective Amparo Leiva. Lo buscaré para seguir conociendo este universo detectivesco.
Es curioso: la novela policial ha sido como un refugio. En pandemia —2020, 2021— me leí casi todas las novelas de Ramón Díaz Eterovic y su detective Heredia. Y hace unos meses conversé con un lector de este boletín, Carlos, con el que compartimos nuestra fascinación por Jack Reacher, el fascinante personaje creado por el inglés Lee Child.
¿Qué otra novela o cuento policial le recomendarías a la comunidad de este humilde boletín?
Responde este correo y cuéntame. En la próxima entrega mencionaré las recomendaciones que lleguen.
Las novedades de Laurel
En el boletín anterior tres editoriales chilenas presentaron sus novedades para la segunda mitad de 2022. Ahora es el turno de editorial Laurel. Esto es lo que se viene:
“Diarios de Álvaro Campos es una recopilación de textos que escribió en las notas de su celular. Son distintas reflexiones que va escribiendo en su día a día en su trabajo Y la segunda es una nueva novela de Roberto Castillo, Corazones. Es un libro que empezó a escribir hace 20 años, desechó el borrador en un momento lleno de incertidumbre en su vida, y años después la retoma partiendo desde cero en su relato”.
Un taller de boletines
En agosto ofreceré la segunda versión de ¡Malditos boletines!, el taller en el que comparto mi fascinación por los newsletters y todo lo que he aprendido en los últimos años. Calculo que entre Hipergrafía y Sala de herramientas he invertido más de 600 horas de trabajo. Este taller es un destilado de mi experiencia (y es una forma de financiar mi trabajo). Si quieres saber más, presiona el botón.
Colofón
Cerremos con una cita de la novela que comentamos en esta entrega del boletín:
“Debe ser terrible saber que uno va a morirse, dijo de la nada, y yo afirmé con la cabeza. Ni idea de qué estaba hablando. Saber que uno va a morirse es como estar muerto, ¿no cree usted, Urquiza?”
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También escribo Sala de herramientas, un boletín para personas que trabajan frente a una pantalla.
Eso es todo, cierre de transmisiones.
Me voy a leer.
Pato