Hola, hipergrafista 👋
El año 2016 el Centro de Poesía de la Universidad Estatal de Cleveland publicó A Bestiary, un conjunto de ensayos híbridos escritos por Lily Hoang, una académica estadounidense de origen vietnamita.
Cinco años después este libro se publicará en español por primera vez, gracias al trabajo de la editorial Los Libros de La Mujer Rota y la traducción —con algunos tintes chilenos— de Rodrigo Olavarría y Simón López Trujillo.
La fecha de lanzamiento aún está por definirse. Sigue a la editorial en Twitter o Instagram para que estés al tanto.
En esta edición de Hipergrafía compartimos un adelanto de Un bestiario.
Esperamos que lo disfrutes.
sobre la CARRERA DE RATAS
No es un deseo de jugar: es una urgencia, un ansia, una adicción.
Cuando era joven, mi hermana cayó presa. No sé por qué nadie me lo quiso decir.
Mi hermana murió hace casi tres años.
Dejé de preguntar por qué antes del érase una vez.
La rebauticé mi hermana muerta.
Aunque nació el año del mono, mi hermana muerta era una verdadera rata. Admiro eso de ella. A veces yo también puedo ser un roedor.
Mi madre y yo jugamos juegos en nuestros aparatos electrónicos. Es temprano, quizás las cinco de la mañana, el sol todavía no levanta la oscuridad del cielo y estamos las dos despiertas pulsando nuestros iPads. Mi madre también se quedó jugando hasta tarde. Yo me dormí pasada la medianoche y ella seguía jugando. Me desperté para tomar un sorbo de agua y ella seguía jugando. Me levanté para ir al baño y ella seguía jugando. Me desperté, muy temprano, y ella seguía jugando. Entonces me pregunté —igual que ahora— si había dormido o si los juegos que jugaba le inducían una especie de insomnio deseado, uno forzado por la compulsión y el placer. O tal vez la puso nerviosa el que yo estuviera de visita y eso la mantuvo despierta. O tal vez ese es su ritmo circadiano natural. O tal vez otra cosa la incomodaba, un dolor frío.
Mi hermana muerta dejó dos hijos: uno lleva una vida saludable y el otro es adicto a la heroína —un adicto en rehabilitación.
B.F. Skinner inventó la cámara de condicionamiento operante. A las ratas se les enseñaba que empujando una palanca se liberaba comida. Luego se les aplicaba una serie de estimulantes como el electroshock. El propósito de la cámara de condicionamiento operante era estudiar programas de reforzamiento, control discriminativo, respuesta diferida y castigo.
Poco antes de morir, mi hermana muerta dejó de discriminar: cualquier opiáceo le servía, cualquier cosa que disminuyera su dolor.
Mi exesposo Chris decía que compartimento mis problemas para concentrarme en el trabajo. Eso era una crítica, pero para mí, mi habilidad para esconder mis problemas con esmero en un espacio liminal y arrojarme a la escritura y la enseñanza es un rasgo admirable, uno que otros celebrarían. Me abruma arrastrar uno de esos compartimentos de las sombras a la escandalosa luz del sol. Señalar mi diferencia se siente como la masacre de mi dignidad y mi persona misma. El agresor no reconoce el daño infligido porque me esfuerzo al máximo por no mostrarlo.
Las ratas han sido utilizadas en laboratorios desde principios del siglo veinte.
Cuando era niña, los amigos vietnamitas de mis padres me decían: “Tu hermana es muy bonita, pero tú al menos eres inteligente”.
En su funeral, la comunidad vietnamita se reúne y celebra su belleza.
Mi hermana muerta fue enterrada con el áo dài que usé el día de mi casamiento. Ahora que no estoy casada no necesito baratijas.
Una carrera de ratas es una persecución sin fin. Una rata de laboratorio gira en su rueda, olfatea un premio que solo puede alcanzar llegando a la meta —pero la rata nunca es liberada y la carrera solo se posterga hasta mañana.
Al final de la carrera de ratas hay una zanahoria de plástico, pero ¿acaso no se ve deliciosa?
David Foster Wallace dijo: “La alternativa es la inconciencia, la configuración predeterminada, la carrera de ratas, el constante roer del sentimiento de haber tenido y perdido algo infinito”.
Una vez, hace muchos años, mi hermana muerta cumplió el Sueño Americano —y luego lo perdió, lo destruyó, lo abandonó— como también había hecho conmigo.
Pero antes que todo eso pasara, conoció a un militar y se casó con él. Vendió su empresa constructora avaluada en millones y vivieron un largo tour por casas de dos pisos del Medio Oeste. Él era un coronel de alto rango de la Fuerza Aérea y ella se sentía muy sola.
En inglés, un grupo de ratas se llama a mischief, una maldad.
Un Día de Acción de Gracias hace muchos años, mi hermana muerta pagó los pasajes de toda mi familia a Colorado Springs. Mason era solo un bebé y Justin un adolescente furioso y mis padres estaban llenos de orgullo. Les mostró un comprobante del sueldo de su marido a mis padres como prueba de su felicidad. Sonrió y yo reconocí su tristeza.
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