#32 "Cruces en el desierto", de María José Figueroa
Un viaje por el silencio de la tierra seca.
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Poesía y desierto
Esta semana quiero compartir contigo mi lectura y preguntas sobre Cruces en el desierto, de María José Figueroa (Queltehue Ediciones, 2021).
No soy un gran lector de poesía. Mentira. Honestidad ante todo: soy un pésimo lector de poesía.
Ya sea por flojera o ignorancia, es un tipo de escritura que evado permanentemente.
Pero quiero rehabilitarme.
Hace algunas semanas María José, ex compañera de universidad, me escribió para contarme que había publicado un poemario con Queltehue Ediciones.
Una perfecta excusa para alimentar mi déficit.
Cruces en el desierto es un viaje por el silencio de la tierra seca. Sus versos evocan la mineralidad de su composición, la historia de sus vestigios y la majestuosidad de su aridez.
Es un poemario que me implantó varias ideas en la cabeza, como las distintas capas de la historia que se acumulan sigilosamente. Y algunas imágenes potentes. Dejo una acá: “El desierto colecciona, el mioceno late en las quebradas”.
Le pedí a María José que respondiera algunas preguntas sobre su relación con la poesía, el desierto y la visualidad. Esto fue lo que compartió con la comunidad de Hipergrafía.
“La visualidad es lo que me empuja a escribir”
—En el programa Semáforo de Antonella Estévez dijiste: “La poesía se puede entender más desde el disfrute”. ¿Cuándo y cómo comenzó ese momento para ti? No sé si puedo definir un tiempo en el que haya comenzado esa aproximación, creo que en realidad nunca me asomé a la poesía de otra forma. No me es posible abrir un libro de poesía y verlo inmediatamente desde el análisis, para mí eso es algo posterior. El primer enfrentamiento es desde la sorpresa, el descubrimiento y el disfrute. Si se pudiera dar a entender la poesía de esa forma, creo que existiría menos resistencia de parte de las personas que no leen ni poesía ni novelas, pero que lo desean. Hay un temor a veces, como cuando yo misma me acerco a las matemáticas, donde la primera palabra mental es “no” y luego toca trabajar en esa negación para darte cuenta de que sí entiendes, sí se puede destrabar el lenguaje de los números. Me gustaría volver al inicio de lo que es el libro, por lo menos lo que ha sido siempre para mí, un momento íntimo de imaginación, y desde ahí volver a conformar una sociedad lectora.
—Tus poemas están hilvanados por esta idea del desierto como un cobijo para distintas épocas. De tus viajes por ese territorio, ¿cuál es la imagen que más ha persistido en tu cabeza? Desde el salar de Atacama hacia el volcán Licancabur y toda su extensión. Los cerros morados, el suelo blanco de sal y la reverberación del sol, las costras de tierra de Humberstone, los fantasmas que parecen pasear por las plazas y las casas junto contigo, los sitios arqueológicos que hay que saber ver porque han sido devorados por la naturaleza y el tiempo. Cerca de la costa, es un sol más tenue pero con la explosión de vida de las ciudades y los pueblos que viven del mar. En los valles, fue la posibilidad del verde en un ambiente tan árido. En fin, la explosión de vida/muerte/vida que hay en el territorio.
—En “Grito mentira y decido una verdad” los versos se despliegan para formar una cruz. ¿Qué tan importante es para ti la visualidad de tu poesía? Mucho, la visualidad es lo que me empuja a escribir. La mejor manera de explicarlo es como si tuviera visiones y en el intento de transmitirlas surgen los textos y la frustración que reporta la ineficiencia del lenguaje para alcanzar a mostrar y decir lo que quiero. Es como tener una película y poder proyectar algunos puntos de luz que forman una imagen ineficiente. Es una realidad a la que nos enfrentamos todos los escritores y sobre lo que se ha escrito mucho. Al mismo tiempo, es lo que da la oportunidad al lector de comprometerse con la lectura y terminar de formar la imagen, y desde ahí, obtener una experiencia colectiva de la lectura.
Lecturas del futuro
Quiero continuar mi idilio con la poesía. ¿Me recomiendas algún libro? Yo hace tiempo quiero hincarle el diente a ¿Quién le teme a la poesía? (Ediciones Laurel, 2020) para intentar sumergirme un poco más en este mundo.
A propósito del libro de María José, recordé un capítulo de Las Raras Podcast que se titula, precisamente, “Cruces en el desierto”.
Quiero dejar un par de agradecimientos:
A editorial Kindberg que me facilitó un ejemplar de Panza de burro, la exitosa novela de la escritora canaria Andrea Abreu.
A Narrativa Punto Aparte, que hizo lo propio con Diario de provincia, un texto experimental de Yuri Pérez del cual te contaré en una futura entrega.
Gracias por llegar hasta este punto del boletín.
Conversemos: estoy en Twitter e Instagram.
También escribo Sala de herramientas, un boletín para profes virtuales, trabajadores remotos y procrastinadores seriales.
Eso es todo, cierre de transmisiones.
Me voy a leer.
Pato